El sector de la moda se ha unido a la transformación digital con fuerza para ofrecer mejores servicios y productos a sus clientes. El Big Data, los wearables o el Internet de las Cosas se implementan en un sector tradicional que busca nuevas metas.
La transformación tecnológica se extiende poco a poco en todos los sectores empresariales, que aprovechan las prestaciones de la innovación actual para aplicarla a sus procesos, servicios y productos.
En este artículo vamos a analizar la evolución que está viviendo el sector de la moda gracias a la tecnología. Su implementación es un paso importante para la renovación de un sector muy tradicional que, ya en los últimos años, había asentado las bases del cambio actual.
Como está ocurriendo en otros sectores, la moda está acogiendo con mucha habilidad las potencialidades que le ofrece la tecnología a la hora de organizar su stock y enviar productos desde sus almacenes. Los centros logísticos tradicionales, con un volumen de prendas muy alto para poder asumir la demanda de los clientes, se han convertido en centros logísticos inteligentes con una cantidad mucho más reducida de stock, con instalaciones mucho más eficientes y con un gasto energético muy inferior.
Esta disminución de material en reserva ha sido posible gracias al gran conocimiento por parte de empresas y marcas de sus clientes a través de la canalización de la información que tienen de ellos. De esta forma, ya es posible predecir qué cantidad de demanda habrá cada mes o cada temporada, qué prendas serán las más solicitadas y, en consecuencia, ajustar el stock de prendas a la demanda prevista.
También en los centros logísticos, los recursos humanos se han modificado y han incorporado ingenieros y técnicos de datos o especialistas en tecnología y software de logística.
Si en términos logísticos globales el caso más popular es el de los centros de Amazon, en el caso del sector de la moda uno de los más conocidos es el de la española Inditex, en concreto de su marca principal, Zara, cuyas plataformas logísticas tienen la capacidad de identificar una a una las prendas en todo el proceso (desde almacenamiento hasta venta). La tecnología responsable es el etiquetado RFID, que permite localizar de forma mucho más rápida cualquier prenda, agiliza los inventarios y hace mucho más rápidos los envíos.
En relación con el punto anterior, el uso del Big Data para analizar los gustos y hábitos de consumo de los clientes potenciales también ha permitido diversificar los productos.
De esta forma, el stock de las grandes marcas ha pasado de contar con grandes cantidades de prendas más genéricas y estándar a tener mucha menos cantidad global y mucha más variedad de prendas, ajustadas a hábitos de consumos de un público mucho más diverso y plural.
Así, las marcas tienden mucho más a la personalización o la segmentación de su público para ofrecerles prendas a medida.
Esto también puede observarse en términos geográficos, pues las principales cadenas de moda varían el tipo de prendas que ofrecen en los establecimientos de países diferentes, e incluso en una misma ciudad en base al barrio y el perfil de cliente de cada zona.
También en clave de personalización, y lejos de la actividad de las grandes marcas, el buen análisis de los datos ha permitido la creación de pymes que se centran en la atención personalizada a sus clientes.
Dos ejemplos interesantes son Fashiop o Lookiero, que tienen como base un modelo de negocio en el que, a través de un asesor personal a distancia, envían al domicilio del cliente una selección de ropa que encaja con sus gustos personales y necesidades analizadas. El cliente observa la ropa, se queda las prendas que desee y devuelve el resto sin ningún coste.
La relación cliente-asesor permite un nivel de cercanía y conocimiento de sus hábitos que el cliente valora muy positivamente, generando confianza en el servicio. Poco a poco, y a través del análisis de la información que ofrece el cliente a través de sus compras, la empresa cuenta con un alto volumen de información que, bien filtrado, permite mejorar aún más la fidelización con sus compradores.
Si nos centramos en los productos, las prendas de ropa, observaremos que cada vez más la tecnología se irá incorporando de forma natural a su propia composición.
Según el último informe de ABI Research, el mercado de la ropa tecnológica superará los 18 millones de artículos en el año 2021, con un crecimiento anual del 48%. Por su parte, otro estudio de la Universidad de Berkeley muestra la evolución creciente de la ropa inteligente junto con el resto de dispositivos smart del mercado. En ello ha tenido mucho que ver la alianza que han formado las principales marcas del sector de la moda con las grandes firmas tecnológicas.
En la actualidad ya podemos encontrar camisetas con temperatura graduable para ciclistas, guantes conectados a baterías o prendas que controlan constantes vitales.
La tecnología wearable nos permite que nuestras prendas de ropa dispongan de dispositivos con múltiples funcionalidades.
También ya es una realidad la ropa que se ilumina con corriente eléctrica generada con tintas sobre sustratos flexibles en las prendas; o las mallas o prendas inteligentes que, gracias a la implantación de sensores, detectan los síntomas de fatiga de nuestra espalda y modifican su posición para evitar lesiones lumbares.
La ropa deportiva ha sido uno de los campos específicos de la moda que ha vivido más cambios y más transformación tecnológica. En el terreno de la prevención, por ejemplo, los sensores también han permitido desarrollar prendas que monitorizan nuestras constantes vitales y pueden detectar nuestros riesgos de sufrir algún problema cardiovascular.
En plena era del Internet de las Cosas, la información que pueden recabar las prendas inteligentes también puede enviarse de forma automática, por ejemplo, a los dispositivos móviles.
La ropa infantil también es objeto de la transformación digital, sobre todo en aspectos relacionados con la salud de los pequeños. Un ejemplo es el de la marca española Rapife, especializada en biounderwear, que por ejemplo ha desarrollado un body que cambia de color cuando el niño o niña tiene fiebre o unos patucos que miden las constantes vitales del bebé.
No solo la logística o las prendas son inteligentes, sino que las propias tiendas de moda están tomando un alto componente tecnológico en su composición. No debemos extrañarnos si entramos en un probador y nos encontramos con un dispositivo táctil en con el que podemos solicitar al dependiente otra talla o una prenda diferente.
Una incorporación interesante es el de la Realidad Virtual, con muchas posibilidades en las tiendas físicas, que permitirá que los establecimientos expongan sus prendas con proyecciones virtuales y puedan mostrar una cantidad de modelos mucho más elevada que la actual, a modo de catálogo virtual.
Otro de los cambios de concepto de las tiendas físicas es la posibilidad de comprar y marcharnos sin tener que cargar con ninguna prenda. La idea es que la tienda física nos sirva simplemente para comprobar qué prenda nos gusta y si nos queda bien, y después desde la misma tienda realicemos la compra a través de un dispositivo y esperemos a que nos llegue a casa días después. Podríamos decir que la tienda sería un simple expositor o probador, pero el canal de compra sería internet, con un proceso mucho más cómodo para el comprador.
Con mucho terreno por recorrer, el sector de la moda dispone ya de múltiples herramientas tecnológicas para ofrecer productos de mayor calidad y funcionalidad y servicios mucho más cómodos y completos para los consumidores.
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